Mayor control de la caza en la Sierra Norte madrileña

Sierra de Guadarrama

Desde el pasado 8 de octubre la Comunidad de Madrid se encuentra en periodo hábil de caza. Esta actividad se viene realizando sin conocer el impacto real que tiene sobre las poblaciones cinegéticas. Varios colectivos ecologistas como la Asociación Ecologista del Jarama “El Soto”, la Asociación para la Recuperación del Bosque Autóctono, Ecologistas en Acción, el Grupo de Acción para el Medio Ambiente y Jarama Vivo han reclamado una mayor regulación y control de la caza, acordes con los tiempos actuales, y el reconocimiento de los derechos de los que no somos cazadores. La caza, actividad basada en matar animales que en la actualidad es mera diversión y no como antiguamente una actividad de subsistencia, no solo no respeta los derechos de los animales, sino que además supone un riesgo para el ejercicio de otras actividades en la naturaleza.

Suspensión de la temporada de caza

La temporada de caza se está desarrollando este año en una situación de sequía excepcional en la la Comunidad de Madrid en general que exigía haber retrasado el inicio de la misma. La organización  Ecologistas en Acción ha pedido incluso que se suspenda la temporada de caza, al menos hasta una semana después de las primeras lluvias de otoño para evitar daños a las especies, el sufrimiento de los perros de caza y el riesgo de incendios.

La temporada de caza se ha iniciado un año más sin que los graves problemas ligados a la gestión cinegética en España se hayan afrontado ni solucionado. Una muestra del descontrol y falta de criterio existente en la materia, es el inicio de la temporada en situación de sequía y con altas temperaturas, unas condiciones en las que el inicio de la temporada no se debía haber producido.

En la mayor parte de España no llueve desde hace más de 45 días y en Madrid 30 días. Y eso no es todo: en algunas regiones, como las situadas al sur del Sistema Central, no llueve desde hace más de 60 días. Las temperaturas máximas rondan los 25-30 grados centígrados en muchos momentos y lugares. Y, además, los incendios se están produciendo con especial virulencia en el norte de la Península, dañando miles de hectáreas de montes y dispersando a los animales.

En estas circunstancias, de falta de agua y también de comida, los animales se encuentran debilitados y concentrados entorno a los bebederos. Ello da lugar a la muerte por agotamiento y estrés, al cobro de un mayor número de piezas o, lo que es peor, a que aumenten los incidentes por disparo a especies protegidas.

Las elevadas temperaturas que se está alcanzando en esta época del año también pueden provocar nefastas consecuencias entre los perros de caza que son utilizados en rehalas para las monterías y batidas. Enferman o mueren, exhaustos y deshidratados debido al esfuerzo, ante la indiferencia muchas veces de los cazadores.

Por otra parte, la proliferación de personas y vehículos deambulando por el monte supone un incremento notable y evidente del riesgo de incendios forestales. Siendo el caso que a los cazadores se les permite hacer cosas, como andar campo a través, fumar o introducir coches en caminos, que no se permiten al resto de usuarios del medio natural cuando quieren disfrutar del mismo.

La caza sigue dando muestras de un notable descontrol de su gestión por parte de las Administraciones públicas y de una falta de responsabilidad en el ejercicio de la misma por parte, sobre todo, de las federaciones, de los gestores y de los propietarios de grandes fincas. Una vez más se observa como el interés económico de la caza se impone. Vale todo con tal de no suspender una montería o un ojeo en los que recaudan entre 1.000 y 6.000 euros por puesto.

Ante esta situación la organización conservacionista Ecologistas en Acción cree, y así lo solicita de las Comunidades Autónomas y de los responsables del sector cinegético, que la temporada debe suspenderse con carácter inmediato y hasta que pase la situación de sequía, y que los días ya cazados deben recuperarse adelantando el cierre de la temporada. Solicita también que se reúnan de urgencia los Consejos de Caza, autonómicos y provinciales, para hacer frente a esta situación.

Ecologistas en Acción reclama en definitiva una mayor regulación y control de la caza, así como mayor transparencia de su gestión, acorde con los tiempos actuales, y que se reconozca el derecho de los no cazadores a disfrutar de un medio natural tranquilo y seguro.

Algunas cifras de la temporada de caza madrileña

Este mes de octubre ha comenzado la temporada de caza 2011-2012. Desde el sábado 8 de octubre de 2011 y hasta el 31 de enero de 2012 se habilita el periodo de caza menor en la Comunidad de Madrid. El periodo de caza mayor es más complejo y se prolonga del 8 de octubre al 21 de febrero para el ciervo, el gamo, el muflón y el jabalí y del 1 de noviembre al 31 de enero para la cabra montés. En cuanto al corzo debido a las características de su ciclo reproductor, se divide en dos periodos, del 1 de abril al 30 de junio y del 1 al 30 de septiembre.

Es la primera temporada, desde 1998, que la época hábil de caza comienza sin haber informado previamente al Consejo de Caza. Este órgano consultivo fue eliminado por la Ley de Medidas Fiscales, Administrativas y Racionalización del Sector Público de 2010 que entró en vigor el 1 de enero de este año. La excusa para su desaparición fue el ahorro de las arcas públicas a pesar de que este órgano carecía de presupuesto y no suponía coste alguno. La realidad es que esta decisión ha logrado dificultar aún más el conocimiento y seguimiento de la gestión cinegética en la Comunidad de Madrid.

En la Comunidad de Madrid, la última temporada 2010-2011, con 30.496 cazadores (0,47% de la población de la región) se han abatido 3.907 jabalíes, 1.215 ciervos, 435 gamos, 150 corzos, 584.040 conejos, 194.414 perdices, 4.686 zorros, etc. En total 1.086.030 animales, buena parte de ellos en la zona norte de la Comunidad. No existen estudios sobre las poblaciones cinegéticas que acrediten que la eliminación de este elevado números de animales es compatible con su supervivencia. Un caso dramático es el de la codorniz y la tórtola común cuyas poblaciones están en regresión tanto a escala nacional como regional.

En el caso de la codorniz, el programa Seguimiento de Aves Comunes en España (SACRE), obtiene para el periodo (1998-2010) un declive en la zona centro (Castilla-La Mancha, Extremadura, Madrid y Castilla y León) de un 53% y de un 38% a nivel nacional. En el caso de la tórtola común, el programa SACRE, obtiene para el periodo (1998-2010) un declive en la zona centro (Castilla-La Mancha, Extremadura, Madrid y Castilla y León) de un 39% y de un 29% a nivel nacional. A pesar de esta situación en la pasada temporada se han abatido 14.582 tórtolas y 4.026 codornices.

Por otra parte, durante la temporada de caza se imponen los derechos de una minoría cazadora (0,47% de la población de la región) sobre el resto de la población no cazadora. La actividad cinegética que se ejerce sobre el 73% del territorio madrileño, impide o limita el disfrute de la naturaleza del resto de usuarios y supone un riesgo para el ejercicio de actividades al aire libre.

En este sentido las organizaciones firmantes llaman la atención sobre el alto riesgo que existe en las esperas nocturnas de jabalí. Se trata de una modalidad que se autoriza cuando se producen daños, generalmente en cultivos, y se realiza desde las últimas horas de la tarde a las primeras de la noche, con muy escasa visibilidad y en ocasiones en zonas muy próximas a áreas pobladas y en los meses de verano. Estas circunstancias incrementan el riesgo de accidentes sobre no cazadores, especialmente en zonas urbanas donde es frecuente que se transite por los aledaños hasta altas horas de la noche. Por todo ello, los colectivos Asociación Ecologista del Jarama “El Soto”, ARBA, Ecologistas en Acción, GRAMA y Jarama Vivo califican de irresponsable a la Dirección General de Medio Ambiente y reclaman una mayor regulación y control y de la caza, así como mayor transparencia de su gestión, acordes con los tiempos actuales y que reconozca el derecho de los no cazadores a disfrutar de un medio ambiente seguro.

(Publicado inicialmente en el blog de EQUO Algete)