Mi abuelo se crió en la Prosperidad. Era el hijo bastardo del farmacéutico del pueblo y de la mujer que servía en su casa. Cuando el señor se enteró de que mi bisabuela estaba embarazada la repudió y ella vino a Madrid en busca de un futuro para su hijo.. Allí dio a luz. Era el año 1928. A los pocos meses el farmacéutico, arrepentido, buscó a la madre de su hijo y llamó a su puerta, en el barrio de la Prosperidad. Le pidió que volviera al pueblo, que reconocería a su hijo, que le daría todo lo necesario para vivir bien. Mi bisabuela nunca abrió la puerta y no quiso saber nada de aquel hombre, así que legó a su hijo todos sus apellidos, una vida en Madrid y un espíritu libre y aguerrido.
Mi abuelo pasó su juventud durante la posguerra, en un barrio pobre como era la Prosperidad por aquel entonces. Eran tiempos difíciles, en un ambiente hostil para los que querían pensar por sí mismos. Uno de ellos fue mi abuelo. Autodidacta y rebelde, vio que la sociedad en la que vivía era injusta y tomó la actitud de intentar cambiarla. Probablemente eligió una de las formas más bonitas de luchar: la poesía.
Por Alberto Roventy
Mi abuelo se hizo poeta porque era su forma de ser libre, porque cada verso que escribía era un gesto de rebeldía contra la dictadura, una baldosa más en el camino de los que quieren un mundo mejor.
Hoy, tantos años después, vuelvo al barrio de la Prosperidad, con EQUO, para recoger los avales que nos permitirán presentarnos a las elecciones el 20 de noviembre. Es nuestra manera de luchar. Son nuestros versos rebeldes de quienes ven que la sociedad en la que viven es injusta y luchan por cambiarla. EQUO es como la poesía de mi abuelo. Golpea los muros del miedo y de la resignación y escribe versos cargados de esperanza y de futuro.