El »noble arte» de matar a un herbívoro

El pasado sábado 9 de junio se llevó a cabo una concentración en Las Ventas convocada por la organización animalista Equanimal, a la que acudieron numerosos miembros y simpatizantes de EQUO. El objeto de la convocatoria: reclamar la abolición de la tauromaquia. Nuestra dinamizadora Nathalie García estuvo allí, y ahora comparte con nosotros sus reflexiones sobre el tema.

En el siglo XVIII decía  nuestro ilustre Jovellanos, hombre de múltiples facetas, político, economista y pensador, que el espectáculo de los toros era poco didáctico y una muestra del atraso español. A fecha de hoy, tres siglos después, su comentario sigue plenamente vigente.

Muchos gobernantes intentaron prohibirlos y fracasaron por miedo al descontento popular. Los toros cumplen a la perfección con la idiosincrasia del circo romano, muerte, sangre, combate desigual y víctimas, todo esto para contentar a los ociosos ávidos de sensaciones fuertes y que, desde la comodidad de sus asientos, disfrazan la matanza con hermosas piruetas lingüísticas: que si bravura, que si nobleza, que si gracia, que si valentía, que si fuerza, que si colorido, que si arte… Cuánto disimulo para negar la evidencia.

Ya no echamos leones a la arena, demasiado peligrosos, ahora nos las vemos con un herbívoro de cuernos afeitados y debidamente vapuleado en etapa previa para que salga ya medianamente perjudicado a la arena y se enfrente, con las fuerzas mermadas, al bípedo disfrazado de colorines que quiere demostrar al público su maestría y su valor aniquilando al herbívoro, engañándole, esperando a clavarle la espada después de haber realizado sus gráciles pases y quites.

Los amantes de tan edificante espectáculo tienen la osadía de ponerle calificativos al pobre herbívoro: que si bravo, que si noble, que si manso, que si dulce pero con clase, atribuyéndole cualidades humanas para no llegar al meollo del asunto, y es que el animal quiere salir de allí pitando. No existe empatía hacia el sufrimiento del animal, simplemente no importa, se niega y se concentra la mirada en el artístico bípedo y todos unidos aplauden y son felices asistiendo al sacrificio del herbívoro. Los que consideramos que este tipo de espectáculos son bochornosos y denigrantes nos daríamos con un canto en los dientes si conseguiéramos que se prohibiera la utilización de dinero público para financiar cualquier acto que incluyera el maltrato animal y, a ser posible, prohibir su difusión en las televisiones. Intentar convertir los toros en bien de interés cultural es un chiste de mal gusto y un insulto a la inteligencia de las personas. Los que deseen permanecer en la barbarie son muy libres de hacerlo, pero que se lo financien ellos.

Nathalie García
Dinamización EQUO Madrid Ciudad Este

 

«Y el pueblo, almas feroces, se atropella
al funesto espectáculo, en que ¡oh siglo!
El hombre se degrada hasta el extremo
de ser juguete y presa de los brutos
clama, clama por fieras, y desdeña
a sus Sénecas, Plautos y Terencios.
Así, mísera Iberia, así retratas
a Roma en su barbarie, así desmientes
el siglo de las luces, y eternizas
el padrón horroroso de tu infamia».

(Gaspar Melchor de Jovellanos)