(por Mar Fernández, de Villanueva del Pardillo)
Te topas de repente con la carpa y parece que se te alegra el corazón. De algún modo se despiertan las emociones de la infancia, ligadas a un mundo fascinante de nomadismo y aventura, de personajes singulares y mundos exóticos. Vuelve la excitación de aquellos veranos en el pueblo, cuando la llegada del circo quebraba la monotonía de los paisajes familiares y ensanchaba los horizontes hacia lo desconocido.
Hoy es todo más modesto y más gris, pero no puedo evitar la simpatía por ese conjunto de remolques que acabo de descubrir en uno de los descampados que gracias a la crisis todavía no han quedado ocultos bajo el ladrillo.
Pero al proseguir mi camino los veo: un par de dromedarios pastando. Esto sí que es exotismo en los márgenes del Guadarrama. Están amarrados a una soga que apenas les permite andar. Cuando uno de ellos intenta tumbarse, la tensión de la cuerda es máxima.
Luego veo que no son los únicos: hay un grupo de caballos y ponis que también permanecen amarrados al suelo con escaso espacio para moverse. Cuando vuelvo al día siguiente, siguen en las mismas condiciones. No puedo evitar indignarme ante la situación de estos animales. Decido hacer fotos, pensando que sin duda esto es ilegal y que debo denunciarlo.
Cuando vuelvo a casa me pongo a buscar en internet la normativa referente a la tenencia de animales de circo y descubro atónita que no existe regulación, más allá del tema sanitario transfronterizo y lo que se les pueda aplicar del convenio CITES sobre comercio de especies amenazadas. Y pienso que las cosas no deberían quedar así.
La Organización Mundial de Sanidad Animal adoptó en el año 2004 las llamadas “Cinco Libertades”, que reconocen que los animales en cautividad tienen unos derechos inherentes. Estos 5 derechos se han identificado como la provisión de: un ambiente apropiado, una dieta adecuada, oportunidades para expresar comportamientos naturales, protección del miedo y los estados angustiosos y protección del dolor, daños o enfermedades. Me pregunto cuántos de estos derechos son respetados en los circos.
Un informe de infocircos.org señala que la evidencia científica recopilada a lo largo de los años muestra que el impacto de los circos sobre el bienestar animal es grave y potencialmente debilitante. Los problemas que pueden surgir incluyen respuestas fisiológicas al estrés, sufrimiento mental y físico, aparición de comportamientos anormales, riesgos a la salud por una higiene y dietas inadecuadas. La naturaleza itinerante de los circos les imposibilita reproducir mínimamente los complejos hábitats y grupos sociales naturales de los animales.
Cuando expresé mi preocupación por la situación de los animales que pastaban a unos metros de mi casa alguien de mi familia comentó ¿no estarás humanizando en exceso a los animales? Mi respuesta fue que «humanizar» es tenerlos amarrados sin apenas dejarles deambular de manera natural. Creo que ya es hora de que empecemos a «deshumanizarlos»