“Liderar ese espacio de cambio radical en el modelo crecentista va a producir mayores niveles de igualdad”
Emisión Fort Apache (HispanTV) 1 de febrero de 2014
La crisis pone en peligro la igualdad entre mujeres y hombres… trabajan más y en precario, tienen salarios más bajos o inexistentes, recuperan tareas del hogar en buena medida por los recortes en materia de dependencia, se reducen los fondos en la lucha contra la violencia de género…
…de todo ello se debatió con varias invitadas en el programa Fort Apache, conducido por Pablo Iglesias, y que contó con la participación de la coportavoz de EQUO Madrid, Inés Sabanés.
Porque, ¿están o no peor las mujeres que hace 20 años?
En opinión de Inés las mujeres estamos en plena transición entre los avances y la involución, es un momento extremadamente peligroso y no podemos resignarnos. Hay tres riesgos claros, la crisis que lleva de la mano una creciente precariedad y temporalidad en el empleo, la pervivencia de un modelo crecentista que perjudica claramente a las mujeres y una grave ruptura en las carreras profesionales, causa directa de la situación actual de los permisos de maternidad.
Pero, si la crisis es de la sociedad en su conjunto, ¿por qué no afecta por igual a mujeres y hombres?
Una de las razones que se plantearon en el debate enlaza directamente con la ideología patriarcal, en la que la mujer vuelve al hogar cuando ya no es necesaria en la producción, el modelo de mujer dependiente, que en cualquier caso tendrá/se conformará con peores condiciones de trabajo en empleos precarios a tiempo parcial (y principalmente en el sector servicios).
Para Inés, hay una “fotografía” donde se está retratando el síntoma, los recortes en servicios y en derechos fundamentales, y que tienen un efecto reproductor de mayores niveles de desigualdad, con esa “vuelta a casa”. En sus palabras “el coste de la no cobertura pública de la dependencia tiene un efecto directo sobre las mujeres, y eso refleja que en esta sociedad no se ha avanzado lo suficiente en igualdad de oportunidades”.
Porque, en su opinión, en este país hay dos elementos que no hay que perder de vista. Por un lado una evidente involución en la consideración de la mujer como sujeto claro de derechos, y que tiene un lamentable efecto dominó, y por otro, la ruptura profesional que viven especialmente las mujeres jóvenes, el alejamiento de cualquier expectativa profesional porque no hemos avanzado ni resuelto como en países como Islandia temas fundamentales como el permiso obligatorio de maternidad/paternidad: “La desigualdad en el mercado laboral, la carga de las mujeres en la economía de los cuidados, empieza en la maternidad y continúa toda la vida”.
La penalización social como elemento
transformador ante la violencia de género
En el debate sobre la conveniencia o no de asignar salario “al trabajo en casa” o relativo a la dependencia, se plantearon también dudas como la posible institucionalización del modelo de familia tradicional dominante antes de potenciar el papel de una mujer libre, formada y en igualdad de condiciones. En todo caso Inés destacó la necesidad de la renta básica universal, como derecho de toda la ciudadanía, con un reparto real de la riqueza y la consecuente reforma del sistema fiscal actual.
Otro asunto abordado fue la violencia de género, y cómo afrontarlo también penalmente. En este punto Inés no dejó la oportunidad de reivindicar una rotunda penalización social, más allá de las necesarias exigencias presupuestarias e incentivos desde el marco institucional, dado que “esta penalización constante, firme y radical es un elemento base de transformación”. Además, exigió una “acción institucional que ponga de verdad la dimensión y el volumen de esta violencia, en toda su crudeza, sin líos ni confusiones sobre denominaciones de género o doméstica”.
Para terminar, y a modo de conclusión, remarcó Inés que ante los riesgos de involución y junto con las necesaria continuidad en las luchas de las mujeres, “nos la jugamos también en un cambio de modelo económico que ponga en el centro del debate el uso y la propiedad de los recursos y por tanto otro modelo de crecimiento. Esto es una lucha global de las mujeres, no sólo europeas: liderar ese espacio de cambio radical en el modelo crecentista va a producir mayores niveles de igualdad”.