
Los primeros trenes comenzaron a rodar en 1968, usando la línea los servicios de mayor prestigio, como el Expreso de París, hasta la década de 1990, en que se fueron suprimiendo, pues la carretera Nacional I, paralela al recorrido ferroviario en varios tramos, dejó de ser una ruta enrevesada para desdoblarse en una autovía con tiempos de viaje más competitivos. También se atisbaba en el horizonte el diseño de una nueva línea de ferrocarril más rápida desde Madrid a la cornisa cantábrica (lo que a la larga acabó siendo el AVE Madrid-Segovia-Valladolid, construido ya a principios del siglo XXI), y también se pusieron a los trenes regionales unos horarios tan absurdos que nadie los utilizaba.
Este ferrocarril dejó de ser útil para el cometido para el que se diseñó inicialmente (llevar viajeros de largo recorrido desde Madrid al País Vasco o destinos similares), pues esa función la hacía en menos tiempo la nueva ruta vía Segovia. Pero ello tampoco implica que haya que dejar esta línea sumida en el estado de abandono en que lleva desde hace una quincena de años en lo que se refiere a tráficos de viajeros de corta distancia. En el tramo en Castilla y León de la ruta parece asegurado el tráfico de mercancías en el futuro, para dar servicio al nuevo polígono industrial Prado Marina, a las afueras de Aranda. Pero en lo referente a los servicios de viajeros, las sucesivas autoridades nacionales y locales no han apostado por el transporte público en trenes de cercanías con el resultado de que desde el año 1998 ningún tren de viajeros efectúa parada en poblaciones con un elevado nivel de población como Soto del Real o Miraflores de la Sierra.
El Plan de Infraestructuras Ferroviarias de Cercanías para Madrid 2009-2015 definido por el Ministerio de Fomento desde hace unos años se contempla la reapertura del tramo Colmenar Viejo-Soto del Real. En comparación con otras obras ferroviarias de los últimos años que se hicieron de manera claramente sobredimensionada (caso del ramal gallardonesco al parque temático de San Martín de la Vega, totalmente infrautilizado y del que se baraja incluso su cierre), esta obra no supone excesivas inversiones, pues la mayor parte de los trabajos (explanación, puentes, túneles, etc…) ya está hecha. Y no sólo eso: está hecha de una manera que permite tráficos de mucha más intensidad de los que ahora se necesitarían, pues se pensó para ser una línea de vía doble en vez de vía única, y gracias a ello el servicio de Cercanías se pudo llevar sin grandes problemas a la Universidad Autónoma en 1975, a Tres Cantos en 1991 y a Colmenar Viejo en 2002. El siguiente salto hacia el norte sería todavía más fácil, pues ya nos movemos en poblaciones de un tamaño tal que no necesitarían el tendido de la segunda vía, sino solamente la renovación o electrificación de la existente.
Determinadas estaciones del trayecto original se construyeron muy alejadas de las poblaciones, pero otras, como Miraflores de la Sierra, pueden prestar en el siglo XXI el servicio que no pudieron dar en el XX, si se las sabe gestionar bien. La actual carretera de Soto a Miraflores tiene un trazado muy tortuoso, sobre todo en los kilómetros más próximos a esta última localidad, y es mucho más vulnerable a las nevadas del invierno que el ferrocarril. Cualquier plan de Cercanías que venga en los próximos años tendrá que contar con esta prolongación (que ya existe en sus infraestructuras más básicas) antes que acometer otras donde todavía está todo por diseñar.
(Para más información de esta línea de ferrocarril, podéis consultar la Wikipedia)