El pasado viernes 14 de septiembre, EQUO Madrid organizó una charla-taller abierta al público, con el título “Funcionamiento del sistema eléctrico en España. La alternativa renovable”, y la participación de Rodrigo Irurzun (coordinador del Área de Energía de Ecologistas en Acción), Cote Romero (directora de ECOoo) y Juanjo Fuentetaja (socio de la cooperativa Som Energía). La charla, que se celebró en el salón de actos del Centro Dotacional Integrado de Arganzuela, contó con la asistencia de numerosas personas, entre las cuales se encontraban los portavoces de EQUO Madrid, Inés Sabanés y Ramón Linaza. A continuación os ofrecemos un resumen de las intervenciones de los ponentes:
La exposición de Rodrigo comienza con la pregunta “¿por qué sube la factura eléctrica?”. Pese a que la factura de la luz no deja de subir, el precio que pagamos por la electricidad está por debajo de su coste real, ya que en éste no se incluyen una serie de costes ocultos (medioambientales, sociales, sanitarios, agotamiento de las fuentes de energía…), externalizados por la industria eléctrica y pagados por el conjunto de la sociedad.
Para entender la raíz del problema, es necesario conocer en primer lugar la estructura del sistema eléctrico en nuestro país. A partir de 1997, con la Ley del Sector Eléctrico, al objeto de “liberalizar” en teoría el mercado eléctrico, deben separarse las empresas que realizan las distintas actividades del sector: generación, transporte, distribución y comercialización.
En lo referente a la generación, la liberalización del sector ha dado lugar a la entrada de multitud de empresas, incluyendo particulares y pequeños productores de electricidad a partir de fuentes renovables. Sin embargo, el 80% de la actividad de generación continúa en manos de las cinco grandes eléctricas de nuestro país: Iberdrola, Endesa, Gas Natural Fenosa, E.ON e Hidrocantábrico, agrupadas en UNESA, la patronal del sector. La red de transporte está controlada por REE (Red Eléctrica de España), empresa participada por el Estado en un 20%. La actividad de distribución o suministro de electricidad para su consumo, se realiza a través de redes formadas por centros de transformación y líneas de alta, media o baja tensión, que nuevamente son propiedad de las empresas de UNESA. En cuanto a la actividad de comercialización (compra de la electricidad en el mercado y venta a los consumidores finales) pese a ser una actividad libre, la mayor parte de los servicios de suministro a empresas y particulares los proporcionan una vez más las cinco grandes empresas de UNESA. En resumen, pese a la supuesta liberalización del sector, se observa que en su mayoría se encuentra controlado por las mismas cinco empresas.
En segundo lugar, debemos conocer la composición del coste de la electricidad. Por un lado, tenemos los costes de generación, que están liberalizados y dependen del precio de la electricidad en el mercado eléctrico o “pool”; por otro lado, están los costes de acceso, que son la suma de todos los costes regulados del sistema.
El coste de generación o precio de “pool” es muy variable, oscilando entre 25 y 75 €/MWh, con una media en torno a 60/65 €/MWh, y depende en cada momento de la demanda prevista y la oferta de cada tecnología. La evolución de los precios del mercado eléctrico muestra un claro aumento a partir del año 2005, atribuido erróneamente a las energías renovables, pero en realidad debido al aumento de los precios del carbón, petróleo y gas natural.
Para fijar el precio de la electricidad en el “pool” se utiliza el sistema de subasta marginalista: las plantas de generación ofertan los precios para cada tecnología, y estas ofertas se ordenan de menor a mayor precio, entrando la producción en el sistema por ese orden. Existen dos excepciones: la nuclear, que entra siempre en primer lugar por no ser gestionable, y las tecnologías del régimen especial (cogeneración, energías renovables e incineración de residuos) que entran a continuación a coste 0 por tener prioridad debido a sus beneficios sociales y medioambientales. Una vez ha entrado en el sistema toda la producción nuclear y de régimen especial, comienzan a entrar el resto de tecnologías hasta cubrir la demanda, ordenadas de menor a mayor precio: gran hidráulica, ciclo combinado (gas natural) y térmicas (carbón). Finalmente, el precio que cobran todas las tecnologías (salvo las de régimen especial, que perciben una tarifa regulada) queda establecido por el de la última tecnología en entrar en el sistema, es decir, la más cara. Esto supone que las tecnologías con bajos costes de operación y centrales ya amortizadas, como la nuclear y la hidroeléctrica, se lleven unos altísimos beneficios, que se han dado en llamar “beneficios caídos del cielo” o windfall profits.
Por otro lado, al analizar la potencia total instalada en todo el Estado, nos encontramos con que es muy superior a la potencia máxima demandada: 104.000 MW frente a 45.000 MW. Es necesario un cierto exceso de potencia instalada debido a que, en ocasiones, parte de esa potencia no está disponible. Sin embargo, el exceso es de tal magnitud, que hace que ciertas tecnologías como los ciclos combinados no lleguen a entrar en el sistema o se encuentren operando a niveles muy bajos. Incluso, en períodos de demanda mínima en que todos los reactores nucleares han estado funcionando a pleno rendimiento, ha sido necesario desconectar plantas de generación renovable.
En lo referente a los costes de acceso, que constituyen la parte regulada del precio de la electricidad, están formados por los costes de transporte, distribución, gestión comercial, interrumpibilidad, diversificación y seguridad de abastecimiento, primas del Régimen Especial, costes permanentes, etc. y en lo que llevamos de 2012 ascienden a 17,7M€, es decir, 6,3562 c€/kWh.
En función de estos costes y de la estimación de la demanda, el Gobierno establece cada trimestre el precio que los consumidores debemos pagar por la parte regulada del recibo de la luz. Sin embargo, estos costes no son los mismos para todos los consumidores: según la tarifa que tengamos contratada, vemos cómo los pequeños consumidores pagamos mucho más por costes de acceso que las grandes industrias que contratan en alta tensión. En el siguiente gráfico, la parte rosa es el coste regulado para cada tarifa (empezando por la izquierda con los usuarios domésticos y finalizando por la derecha con las grandes industrias) y la parte verde el coste de generación, idéntico para todos:
Por otro lado, nos encontramos con el problema del déficit tarifario, que se produce en el momento en que el Gobierno comienza a hacer unas estimaciones muy conservadoras de los costes regulados de acceso, con objeto de evitar la inflación y eludir el coste político de una subida excesiva del recibo de la luz. El resultado es un desfase entre el precio que los usuarios pagamos por los costes de acceso y la cantidad real por este concepto que se debe a las empresas distribuidoras, y que actualmente asciende a 24.000 millones de euros. A partir de 2009 comenzó a titulizarse esa deuda de los consumidores con las eléctricas, y en 2010 se procedió a su venta en los mercados financieros, con lo cual tendremos que pagar, además, los intereses.
Este déficit de tarifa no es, en absoluto, causado por las renovables, como interesadamente pretenden hacernos creer el Gobierno, las grandes eléctricas y los medios de comunicación. Si los usuarios de alta tensión pagasen tarifas razonables y equitativas, se recaudaría en torno a 1.300 millones de euros adicionales al año según datos de 2011. Al mismo tiempo, las compañías eléctricas disfrutan de enormes beneficios anuales, gracias en buena parte a los windfall profits que hemos explicado antes, y que en conjunto para las cinco grandes eléctricas ascienden a:
- – 2007: 3.800 millones de €
- – 2008. 3.800 millones de €
- – 2009: 4.700 millones de €
- – 2010: 5.900 millones de €
- – 2011: 4.100 millones de €
En total, unos beneficios de 22.300 millones de euros en cinco años, cifra que se aproxima sospechosamente a la del déficit de tarifa o deuda que se nos reclama a los consumidores.
A continuación interviene Cote, que nos explica cómo las energías renovables, y en particular la energía solar fotovoltaica, constituyen en la actualidad una alternativa realista a las fuentes energéticas convencionales, es decir, a la energía que se obtiene de la quema de combustibles fósiles y a la energía nuclear, actualmente mayoritarias en nuestro mix energético.
Pero primero Cote hace un inciso para contarnos cómo, en los dos últimos años, las energías renovables en su conjunto y particularmente la energía solar fotovoltaica, han sido sometidas a un grave acoso mediático por el que se ha trasladado a la opinión pública que son caras, ineficientes y que encarecen el recibo de la luz que paga el consumidor final. Este acoso comienza a producirse en el momento en que las renovables se convierten en un competidor para las tecnologías dominantes, en manos de las grandes eléctricas, que a su vez son titulares de los grandes grupos de comunicación. Por ello, el tratamiento mediático ha sido profundamente parcial en detrimento de estas tecnologías. Por otro lado, el sector energético, con grandes intereses ocultos, actúa siempre en connivencia con los gobiernos de turno, de ahí que la política energética dependa de los intereses de este poderoso lobby. No hay más que observar los retiros dorados de antiguos presidentes, ministros y altos cargos, como consejeros o asesores de las grandes empresas energéticas. Sin embargo, pese a la inmoralidad de esta situación, es más triste comprobar cómo la ciudadanía está profundamente contaminada por la manipulación mediática, asumiendo sin cuestionar todos estos falsos mitos contra las energías renovables.
Hay que señalar cinco cualidades de las energías renovables, y en particular de la solar fotovoltaica, que la convierten en una verdadera alternativa: limpia, barata, autóctona, inagotable y descentralizada. Frente a estas cualidades, las tecnologías convencionales son sucias y/o peligrosas, tienen costes ocultos, nos hacen depender del exterior, están basadas en recursos finitos, y su producción está centralizada y concentrada en manos de las grandes empresas.
Las energías renovables son limpias. El cambio climático de origen antropogénico es una realidad que ya estamos sufriendo. La comunidad científica alerta sobre la urgencia de dejar de emitir a la atmósfera gases de efecto invernadero (vapor de agua, metano, CO2). De todas estas emisiones, las que tienen mayor incidencia en el calentamiento global por su cuantía son las de CO2, que se emiten en la obtención de energía quemando combustibles fósiles, de ahí que la herramienta más eficaz para frenar el cambio climático sea transitar de un modelo energético sucio a uno limpio. Por ello es fundamental abandonar las tecnologías convencionales de producción de energía mediante combustibles fósiles. Por el contrario, las energías renovables, la solar fotovoltaica entre ellas, son limpias, es decir, no emiten CO2 en su proceso de obtención energética. El solo hecho de ser limpia confiere a la energía solar fotovoltaica y a todas las fuentes de energía renovable razón de ser suficiente para apostar seriamente por ellas, aunque no tuvieran ninguna otra ventaja,
Las energías renovables son baratas. Concretamente, la energía solar fotovoltaica ha tenido un desarrollo vertiginoso en los últimos años. Por efecto de las economías de escala (es decir, la bajada en los costes de producción de un bien cuando se producen muchas unidades), el coste del material fotovoltaico ha descendido notablemente. Además la curva de aprendizaje arroja una mejora en la eficiencia de la producción: en 2008 un panel fotovoltaico costaba siete veces más de lo que cuesta ahora. Por ello, en la actualidad el desarrollo de la energía solar fotovoltaica en España no precisa ya de ayuda pública para su implantación.
Las energías renovables son autóctonas. En términos macroeconómicos, el problema estructural de España es su déficit en la balanza comercial, es decir, importamos más que exportamos. Y ello repercute negativamente en nuestro PIB. España no tiene gas natural ni petróleo, y el escaso carbón que tiene es de mala calidad. Por ello, debemos importar combustibles fósiles porque nuestro mix energético está basado en las tecnologías de producción eléctrica a partir de estos combustibles. Es la principal causa de que nuestra balanza comercial arroje un balance negativo de 24.000 millones de euros anuales (cifra coincidente, por cierto, con la del déficit de tarifa eléctrica), cuyo origen está en la subida creciente del precio de los combustibles fósiles, y que mediáticamente se ha atribuido a las primas que reciben las renovables. Mientas, el sol, el viento, el calor de la tierra, son recursos gratuitos y autóctonos, por lo que no deberíamos tener necesidad de seguir importando materias primas como derivados del petróleo, gas natural, carbón y uranio. Además, usar materias primas autóctonas fomenta la autonomía y libera al Planeta de tensiones geoestratégicas. Las guerras actuales tienen origen en el control de las materias primas energéticas. Siendo autóctonos, tenemos la oportunidad de librar a la sociedad de estas tensiones hoy en día innecesarias.
Las energías renovables son inagotables. La radiación del sol, el viento, la fuerza del mar, el calor de la tierra son recursos inagotables, por lo que su utilización no está expuesta a la especulación de los mercados, y por tanto, sus costes de producción no crecen. Los combustibles fósiles, por el contrario, siguen incrementando su precio debido a la fuerte demanda por la incorporación al mercado de las economías emergentes. Por otro lado, un mix energético basado en energías renovables fomenta la seguridad de suministro: no estamos expuestos a que Rusia o Argelia corten el gas como medida de presión.
La producción de energías renovables es descentralizada. La tecnología solar fotovoltaica es una tecnología modular, lo que significa que un solo panel se constituye como una central de producción eléctrica. Además, dada su versatilidad, podemos instalar paneles en los tejados de nuestros edificios, de tal manera que podemos aunar la producción y el consumo en un mismo lugar. No necesitamos tener centrales de producción eléctrica ajenas a los núcleos poblacionales y por tanto, no es necesario tener que transportar esta energía, ni asumir las pérdidas sufridas en su transformación y transporte. Esta cualidad de la tecnología fotovoltaica es importantísima por sus repercusiones sociales: permite al ciudadano convertirse en autoproductor de su propia energía, y por tanto, le dota de soberanía energética con todo lo que conlleva en cuanto a responsabilidad ciudadana, autonomía personal y profundización democrática. Por otro lado, la autoproducción energética redunda en más ahorro y eficiencia, puesto que el hecho de producir nuestra propia energía nos conciencia de que es un recurso preciado que no debemos malgastar, y nos hace ajustar nuestro consumo a nuestra producción.
Después de lo todo lo anterior, parece claro que desde la Administración Pública se debería fomentar la implantación y el uso de las energías renovables. Sin embargo, se está haciendo todo lo contrario, y a principios de año se aprobó el Real Decreo Ley 1/2012, por el que se suspenden las primas que reciben las nuevas instalaciones de régimen especial, entre las cuales se encuentran las renovables, lo que supone de hecho una moratoria a la implantación de estas energías.
En primer lugar, hay que explicar por qué hasta ahora ha sido necesario un sistema de primas para fomentar las energías renovables. Por la necesidad de romper la dependencia energética europea del exterior y para frenar el cambio climático, la Unión Europea instó a los Estados miembros a que desarrollasen el marco normativo y económico que fomentase dentro de sus territorios el desarrollo de las tecnologías renovables. Cualquier tecnología incipiente, para poder competir con las que ya están consolidadas, precisa ayudas públicas, más aún cuando se quieren implementar políticas públicas, como es el cambio del sistema energético, que favorezcan los intereses generales. De esta manera, España decidió fomentar las energías renovables de generación eléctrica que volcasen la producción a la red eléctrica con una venta de la electricidad a precio primado. No se subvenciona a las renovables a través de los Presupuestos Generales del Estado, sino que se fomenta su implantación mediante la venta primada de la electricidad. Estas primas se incluyen en la factura de la luz que paga el consumidor final, dentro de los costes regulados, como ya ha explicado Rodrigo.
El sistema de primas consistía en inscribir las nuevas instalaciones en un cupo trimestral establecido por el Ministerio de Industria para cada tecnología. A medida que se cubría un cupo trimestral, la prima que se asignaría al siguiente cupo iba decreciendo, acompasándose así con la bajada del material, de ahí que la rentabilidad de las inversiones siguiera siendo atractiva para desarrollar la tecnología de una manera estable. En concreto, gracias al desarrollo de la tecnología solar fotovoltaica en España hemos conseguido que esta tecnología sea madura para poder competir en el mercado eléctrico sin necesidad de primas.
Como hemos visto antes, desde hace dos años llevamos sufriendo un acoso por parte del lobby eléctrico representado por UNESA, que ha tenido consecuencias devastadoras: en noviembre y diciembre de 2010, el anterior Gobierno introdujo reformas normativas, algunas de ellas con carácter retroactivo, que generaron un gran desconcierto en el sector por la inseguridad jurídica y porque atentaban de pleno en la confianza legítima en la Administración. Pero el remate definitivo lo introdujo el Gobierno actual con la moratoria a todas las energías renovables. Es absurdo que en tecnologías como la fotovoltaica, ya madura y que apenas necesitaba alargar el período de primas, la introducción abrupta de la moratoria haya provocado una pérdida importante de puestos de trabajo y de tejido empresarial. Es muy difícil soportar por parte de las empresas el tirar por la borda más de un año y medio de trabajo sin compensación económica alguna, por lo que muchas de ellas han tenido que cerrar sus puertas por la insostenible situación a la que les ha llevado el Gobierno.
Por otro lado, desde hace casi dos años está pendiente de aprobación el Real Decreto que regulará el autoconsumo con balance neto, que no requiere primas para su desarrollo. Las causas de este retraso hay que buscarlas nuevamente en el lobby eléctrico, que de este modo impide que miles de ciudadanos puedan ser productores de su propia electricidad.
En conclusión, actualmente disponemos de tres posibilidades de participación ciudadana en la tecnología solar fotovoltaica:
- Proyectos con prima asignada antes de la moratoria: sigue siendo rentable, mucho más que colocar nuestro dinero en un fondo que nos ofrezca el banco, y estos proyectos ofrecen la posibilidad de participar desde muy pequeñas cantidades.
- Autoconsumo sin balance neto: supone que el excedente de nuestra producción se “regala” a la compañía eléctrica.
- Instalaciones aisladas de red: precisan de un sistema de baterías, por lo que requiere una inversión mayor.
Cualquiera de estas tres formas de participación nos convertirá en agentes de solución frente a la grave crisis ambiental cuyo mayor reto es afrontar el cambio climático. Tenemos que dejar de quemar combustibles fósiles, y tenemos que hacerlo ya. Para lograrlo, la participación ciudadana es vital, y con esta intención nace el Proyecto ECOoo hace más de siete años, inicialmente orientado al aprovechamiento del sistema de primas de fomento y desarrollo de las Energías Renovables para socializar su utilización entre la ciudadanía, de tal manera que cuando finalizase el período de primas su uso fuese tan habitual entre los ciudadanos como el de una lavadora o un ordenador personal. Para ello, la tecnología solar fotovoltaica es la más idónea para ser difundida entre la población por tres características peculiares: es una tecnología modular, de gran sencillez técnica y muy accesible económicamente. Sin embargo, las normativas municipales impedían tener en los tejados de las viviendas (es decir, suelo destinado para uso residencial) una instalación fotovoltaica de conexión a red, ya que constituía una actividad económica. Ante la inmovilidad administrativa, ECOoo reorientó su actividad hacia instalaciones fotovoltaicas de baja tensión sobre cubiertas industriales o cubiertas públicas, donde la normativa sí lo permite, repartiendo la titularidad de cada instalación entre ciudadanos normales. De esta forma, la rentabilidad económica de estas instalaciones va a parar a manos de los ciudadanos, favoreciendo la equidad social, al contrario de lo que sucede habitualmente, que se benefician sólo las personas que están bien asesoradas, es decir, los grandes fondos de inversión y los grandes patrimonios.
Esta iniciativa ha logrado conectar con personas preocupadas por el medio ambiente que quieren ser agentes de solución, uniéndolas en proyectos de economía real y convirtiéndolas en parte activa del cambio de modelo energético. Accesible a gran parte de la ciudadanía, con participaciones asequibles (desde 1.000 €), facilitándoles una inversión acorde con sus ideas. Las personas que participan en estos proyectos se convierten en los titulares de la instalación a través de la fórmula jurídica de la Comunidad de Bienes, constituida para cada instalación a lo largo de los 25 años de la venta primada de su producción. La empresa funciona de forma muy transparente, por lo que todos los comuneros tienen acceso telemático a la producción de su planta fotovoltaica, así como las claves de la cuenta bancaria única para poder visionar los movimientos de tesorería (pagos de la producción, gastos…). También se envía un informe económico trimestral desglosando todos los movimientos y anexando las facturas pertinentes, incluso se realiza gratuitamente la declaración de la Renta a todos los comuneros.
Actualmente ECOoo está trabajando en la Ola solar~social de Lebrija, un proyecto que trata de unir a muchos ciudadanos de todas partes, para que entre todos puedan aportar al sistema eléctrico actual 350.000 kW limpios, es decir, el consumo de cien familias. Y estas instalaciones están ubicadas sobre once tejados públicos, principalmente escuelas, por lo que una parte del beneficio va a parar a los servicios públicos del municipio. Cote concluye su exposición invitando a los asistentes a unirse a esta iniciativa.
Por último, Juanjo nos presenta Som Energía, una cooperativa de producción y consumo de energía verde, que se ha convertido en la primera iniciativa de ámbito estatal de estas características.
La idea de Som Energía surge de una serie de aspectos globales: el Peak Oil o pico del petróleo, que supone el fin del petróleo barato y el aumento de los precios en un futuro cercano, el Cambio Climático causado por el aumento de las emisiones de CO2 y la seguridad del suministro, en peligro por las estrategias geopoliticas; y una serie de aspectos locales: la democratización del modelo energético al hacerlo accesible a la ciudadanía, el trabajo cooperativo como apuesta por una sociedad más colaborativa y solidaria, y el apoyo a la economía local y al desarrollo rural.
La cooperativa tiene como objetivos principales convertirse en un movimiento social motor de un cambio del sistema energético, generar una demanda de energía sostenible, neta y local, aumentar la producción de energía renovable, y promover la eficiencia y el ahorro energético.
¿Qué propone Som Energia?
- Constituir una herramienta activa para las personas que quieren un cambio de modelo energético.
- Ofrecer la posibilidad de consumir energía verde con garantía de origen renovable.
- Potenciar nuevos proyectos energéticos renovables para lograr el balance 0 entre lo que consumimos como clientes y lo que producimos como cooperativa.
- Dar un servicio integral de acceso al uso de energía procedente de fuentes renovables.
Otras cooperativas energéticas europeas que han sido referentes para Som Energía son: Ecopower (Bélgica, 40.000 miembros), Enercoop (Francia, 9.000 miembros), EWS (Alemania, 110.000 clientes) o Greenpeace Energy (Alemania, 100.000 clientes).
La cooperativa se basa en valores de participación de los socios implicados, que pueden participar aportando conocimiento, dinero, bienes o trabajo; transparencia y control democrático, siendo una cooperativa sin ánimo de lucro cuyo máximo órgano decisión es la asamblea de los socios, mediante el sistema de 1 persona, 1 voto; financiación por parte de los socios mediante pequeñas aportaciones financieras para promover los proyectos; colaboración con otras cooperativas para compartir información y defender intereses comunes; enfoque a la comunidad local para promover la creación de trabajo relacionado con la energía renovable y contribuir a la creación de una economía verdaderamente sostenible y al desarrollo rural; y por último, la educación e información para divulgar una nueva cultura energética.
En cuanto a las actividades de Som Energía, se dividen en generación y comercialización, según lo explicado al principio por Rodrigo:
A. Comercialización de Electricidad Verde Certificada:
El mercado eléctrico español inicia el proceso de liberalización en 1998, lo que significa que cualquier empresa puede pasar a comercializar electricidad a los consumidores finales. El tamaño de este mercado es de 22 millones de consumidores, con un consumo medio de 10 kWh por familia y día, y un coste energético en torno a 2 € por familia y día, lo que supone algo menos del 25% del consumo energético total en nuestro país.
¿Cómo funciona este mercado?
Dentro de este mercado, la cooperativa Som Energía participa en las actividades de generación o producción de electricidad, y de comercialización.
Por tanto, la competencia de Som Energía la constituyen los grandes grupos empresariales que desarrollan actividades de generación, distribución y comercialización, cuyo objetivo principal es incrementar beneficios de sus accionistas. Por el contrario, Som Energía es una empresa cooperativa que busca el bien de la comunidad por delante del propio beneficio. Además, sólo comercializa energía verde, promueve un mercado energético más justo, honesto, transparente y de las personas, permite ser un socio consumidor activo, en lugar de ser un cliente consumidor pasivo, y por último, persigue el balance 0 entre lo que consumimos y lo que producimos como socios-productores de energía verde.
En cuanto a las tarifas, la energía comercializada por la cooperativa es prácticamente la misma que la TUR (Tarifa de Último Recurso), siempre que tengamos contratrado un suministro de menos de 10 kW de potencia:
Término de potencia: 19,893189 €/kW y año (0,054501 €/kW y día)
Término de energía:
- Sin discriminación horaria (2.0A): 0,151712 €/kWh
- Con discriminación horaria (2.0DHA): – en horas punta: 0,183944 €/kWh
- – en horas valle: 0,068975 €/kWh
B. Producción de energía renovable
Los proyectos potenciales de la cooperativa son aquellos que suponen otro modelo de generación de energía: verde, local, distribuida y respetuosa con el medio ambiente:
- Instalaciones fotovoltaicas de entre 10 y 1.000 kW, sobre tejados o integradas en edificios.
- Pequeños parques eólicos con aerogeneradores de 1-3 MW y minieólicos de hasta 200 kW.
- Cogeneración con plantas de biogás de 500 kW a partir de residuos, sin cultivos energéticos.
- Producción de agua caliente y venta de calor con biomasa.
- Aprovechamientos hidráulicos y recuperación de saltos de agua fluyente.
Los criterios para elección de los proyectos están basados en la generación eléctrica local y distribuida, los convenios con instituciones, la participación de los habitantes de la zona, la generación de ocupación local, un alto valor educativo, una mínima afectación del medio, la fauna y las personas, la implicación del sector primario y secundario, y datos conocidos (viento, purines, biomasa, consumos, antecedentes…) Todo ello con tecnologías maduras y proyectos rentables económicamente.
Además, se trata de una inversión responsable: los socios podrán invertir conjuntamente en nuevos proyectos renovables:
- Participación voluntaria al capital social (3,5%): a partir de 100 €.
- Títulos participativos a 10 años (5%): a partir de 1.000 €.
El primer proyecto de generación de la cooperativa, actualmente en curso, consiste en una instalación fotovoltaica de 100 kW sobre una cubierta industrial en Lleida, iniciado a mediados de noviembre de 2011, y conectado a la red en marzo de 2012, que ha supuesto una inversión total 250.000 €. Existen otros proyectos en estudio, entre los que se encuentran varias cubiertas de 100 kW, un proyecto de biogás de 500 kW en Torregrosa y un aerogenerador de 2,7 MW en Pujalt.
Si deseáis uniros a este proyecto, podéis inscribiros a través de www.somenergia.coop, aportando la cantidad de 100 € al capital social (retornable). A cambio, podréis consumir electricidad verde certificada, invertir con Som Energia en proyectos sostenibles y participar en el desarrolo de la cooperativa (Asamblea, comisiones de trabajo y grupos locales). Actualmente la cooperativa tiene más de 3.430 soci@s.
Paloma Estellés
Comunicación EQUO Madrid Ciudad Este